Monday, November 07, 2005

Los residuos nucleares en Espa�a - Presidente ENRESA

CincoDias.com -

/ PRESIDENTE DE ENRESA (05-11-2005)


La naturaleza de los residuos nucleares obliga a que su gesti�n sea distinta del manejo de otros subproductos t�xicos o peligrosos. El mayor requisito es, en un sentido estricto, la seguridad, para la que se requieren sistemas institucionales de gesti�n, seg�n el autor, que se suma al Debate Abierto en torno al futuro de la energ�a nuclear

Una de las caracter�sticas de la generaci�n de electricidad con combustibles f�siles es la producci�n de grandes cantidades de subproductos potencialmente contaminantes, principalmente en forma de emisiones gaseosas y residuos s�lidos. Las importantes econom�as de escala de estas tecnolog�as favorecen la construcci�n de centrales de gran potencia con el correspondiente empleo de grandes cantidades de combustible como materia prima.

La energ�a qu�mica que contienen es aprovechada pero en el proceso no hay p�rdida significativa en la cantidad de materia empleada. Por el contrario, la generaci�n de contaminantes gaseosos y l�quidos en las centrales nucleares, basadas en el aprovechamiento de la energ�a contenida en el n�cleo de los �tomos, es muy reducida, pr�cticamente nula. La producci�n de residuos s�lidos, a los que com�nmente se conocen como residuos radiactivos, tambi�n es peque�a; del orden de algunos pocos cientos de metros c�bicos al a�o. La diferencia es que los materiales radiactivos residuales contienen gran cantidad de energ�a. Su emisi�n en forma de radiaciones ionizantes es potencialmente peligrosa para los seres vivos y el medio ambiente. Y esto durante los largos per�odos de tiempo -cientos, miles de a�os- que tardan los elementos m�s nocivos en perder su radiactividad.

La gesti�n de los residuos radiactivos tiene como objetivo evitar los riesgos a las personas y al medio ambiente que resultar�an de no hacer nada con estos desechos. La larga duraci�n de su potencial radiot�xico y la naturaleza invisible de las radiaciones obliga a que su gesti�n sea espec�fica, distinta del manejo de otros residuos t�xicos o peligrosos. Desde su producci�n hasta su eliminaci�n o aislamiento definitivo del medio ambiente, el mayor requisito es, en un sentido estricto, la seguridad. Lo cual tiene una dimensi�n m�s amplia que la puramente tecnol�gica: hay que establecer sistemas institucionales de gesti�n que garanticen la supervisi�n adecuada de instalaciones y pr�cticas, es preciso establecer la financiaci�n de las actividades de gesti�n por anticipado, se debe planificar las estrategias de gesti�n y la disponibilidad y continuidad de recursos para completar con �xito las actividades de I+D, es necesario mantener el inventario y conocimiento continuo de la situaci�n y ubicaci�n de los residuos y, por �ltimo, es obligado implantar mecanismos de participaci�n p�blica en los procesos de decisi�n sobre planes e instalaciones.

De alguna manera se puede afirmar que en Espa�a se articul� este entramado en 1984, cuando fue creada la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), tras una Resoluci�n del Congreso de los Diputados. El mandato del Parlamento consist�a en la creaci�n de una empresa p�blica que gestionara todo tipo de residuos radiactivos y combustible nuclear gastado que se produjera en el pa�s y el desmantelamiento de las centrales nucleares y de cualquier otra instalaci�n radiactiva o nuclear encomendada por el Gobierno. Desde entonces se ha consolidado un sistema integral de gesti�n de los residuos de baja y media actividad que tiene su instalaci�n b�sica en El Cabril (C�rdoba) y se han aportado soluciones fiables para el almacenamiento temporal del combustible nuclear gastado mediante el cambio de bastidores. Tambi�n ha sido acometido con �xito el desmantelamiento de instalaciones y la restauraci�n posterior de sus emplazamientos. Es el caso de la central nuclear de Vandell�s I (Tarragona), de numerosas minas de uranio y de las f�bricas de concentrados de uranio de And�jar (Ja�n) y La Haba (Badajoz).

En el futuro pr�ximo, estas infraestructuras se completar�n con una instalaci�n complementaria de residuos de muy baja actividad en El Cabril. Se iniciar� el desmantelamiento de la central nuclear de Zorita (Guadalajara) y el de otras instalaciones nucleares que tambi�n han concluido su actividad. Pero los proyectos de m�s envergadura en los pr�ximos a�os ser�n los relativos a la gesti�n intermedia del combustible gastado y los residuos de alta actividad ya que la capacidad actual de almacenamiento es insuficiente. La estrategia b�sica se centra en la construcci�n de un almac�n temporal centralizado (ATC) que agrupe en un �nico emplazamiento todo el combustible gastado y los residuos de alta actividad. Es la soluci�n con mayores ventajas en el plano de la seguridad, de la t�cnica y de la econom�a. En el �mbito institucional, Enresa se transformar� en una entidad p�blica empresarial (EPE) para dar cumplimiento adecuado a las nuevas condiciones establecidas por el Gobierno sobre la naturaleza de servicio p�blico de la gesti�n de los residuos radiactivos y sus v�as de financiaci�n.

Hasta la fecha el sistema ha garantizado niveles adecuados de seguridad. El funcionamiento de todas las instalaciones y servicios no ha arrojado ning�n incidente significativo, y en todos los casos la protecci�n de las personas y del medio ha estado muy por encima de los requisitos fijados por la autoridad. Por otra parte, Enresa ha proporcionado respuestas adecuadas en la resoluci�n de problemas espec�ficos y puntuales, ocasionados por la aparici�n de residuos radiactivos fuera del sistema del control del regulador: pararrayos radiactivos, residuos originados por la fundici�n accidental de fuentes radiactivas en acer�as, etc�tera.

Y esto es as� porque la tecnolog�a actual permite incorporar soluciones robustas y sostenibles. La organizaci�n institucional y la profesionalidad de los equipos humanos han aportado otro tanto. Los nuevos proyectos ir�n en beneficio de la seguridad. Su aumento estar� acompa�ado de mejoras en la econom�a de la gesti�n de forma que se contin�e dando cumplimiento al mandato que en 1984 hizo el Parlamento.

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